El hidrógeno verde es aquel que se produce mediante la electrólisis del agua (la ruptura de su molécula) utilizando energía renovable. Este se presenta como una de las soluciones para descarbonizar importantes sectores de la economía. Es uno de los elementos químicos más simples y como combustible, libera energía sin emitir gases contaminantes. El principal desafío para que cumpla su misión es que todo su ciclo de vida necesita ser limpio.
El hidrógeno como combustible
El hidrógeno es el elemento químico más simple que existe. Formado por un protón y un electrón (en su isótopo más común) ocupa el primer lugar de la tabla periódica. Es, también, el elemento más abundante del universo. Sin embargo, en la Tierra, apenas lo encontramos en solitario. Siempre aparece combinado formando moléculas más complejas como la del agua (hidrógeno más oxígeno).
“El hidrógeno hay que sintetizarlo, porque no hay mucho en nuestro planeta. En forma de hidrógeno molecular solo lo encontramos en las capas altas de la atmósfera y en las emanaciones volcánicas”, explica María Teresa Azcondo, catedrática de Química Inorgánica de la Universidad CEU San Pablo. “Esto quiere decir que no funciona como una fuente de energía en sí, si no como un vector energético”.
El hidrógeno, usado como combustible, tiene la ventaja de que libera energía sin liberar gases contaminantes. Al reaccionar con el oxígeno durante la combustión, genera vapor de agua. Sin embargo, esto no garantiza que el ciclo de vida del hidrógeno sea limpio. Para producirlo, hace falta separarlo de otros elementos, para lo que hay que aplicar importantes cantidades de energía.
¿Qué es el hidrógeno verde?
El hidrógeno verde es aquel que se produce mediante la electrólisis del agua (la ruptura de su molécula) utilizando energía renovable es lo que se conoce como hidrógeno verde. De acuerdo con la AIE, en la actualidad suma menos del 1 % de la producción total de hidrógeno.
¿Cómo se produce el hidrógeno verde?
La demanda de hidrógeno en la actualidad procede, sobre todo, de la industria. Los 70 millones de toneladas que se producen anualmente se destinan, en partes casi iguales, a la industria petroquímica y a la producción de amoniaco. Hablamos siempre de hidrógeno generado a partir de combustibles fósiles, un proceso que, según la AIE, emite 830 millones de toneladas de CO2 al año.
Además del verde, existen otros hidrógenos que reciben su nombre en función del proceso a partir del cual se obtienen. Dependiendo de este, el combustible resultante tiene una huella de carbono diferente. Estos son:
- Hidrógeno negro o marrón. Este se produce a partir de la gasificación del carbón, un proceso que genera grandes cantidades de dióxido de carbono. En la actualidad, es un método en desuso, salvo en China. Aun así, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la producción de hidrógeno es responsable del 2 % del consumo de carbón en todo el planeta.
- Hidrógeno gris. En este caso, se produce a partir del metano o gas natural, un proceso que también genera CO2. En la actualidad, algo más del 75 % de los 70 millones de toneladas de hidrógeno producidas anualmente procede del metano, según la AIE.
- Hidrógeno azul. Si en cualquiera de los procesos anteriores aplicamos tecnologías para capturar el carbono liberado, hablamos de hidrógeno azul.
Existen también métodos para producirlo a partir de petróleo, aplicando energía de origen nuclear para la electrólisis (hidrógeno morado) o a través de procesos biológicos, entre otros. Todos ellos se encuentran ante retos similares y un gran desafío. “El problema hoy por hoy es que para producir y transportar el hidrógeno hay que gastar más energía que la que luego se consigue cuando se quema”, explica Pedro Prieto, vicepresidente de la Asociación para el Estudio de los Recursos Energéticos (AEREN).
“La pregunta es si realmente podemos generar la energía suficiente como para producir todo el hidrógeno que nos haría falta”. Para hacerse una idea de todo el combustible fósil que habría que reemplazar, a nivel global se consumen más de 100 millones de barriles de petróleo al día, según la administración energética de EE. UU. Eso son cerca de 4.500 millones de toneladas al año, el 70 % de las cuales se usa en transporte.
Fuente: BBVA (extracto)