El hidrógeno limpio, aquel que se genera sin emisiones, puede desempeñar un papel clave en la descarbonización de muchas industrias. Según un informe de Deloitte, lograrlo requiere una inversión de nueve billones de dólares. Además, su producción es fuente de riqueza y puede llegar a crear un millón de puestos de trabajo en todo el mundo.
Por su versatilidad y el hecho de que se produce sin emisiones contaminantes, el hidrógeno verde es una de las alternativas más valiosas para generar energía frente al cambio climático. Pero para que su uso se generalice hacen falta dos cosas: intensificar su producción (hoy por hoy, el suministro de hidrógeno depende casi por completo del gas natural y el carbón, por lo que ese hidrógeno no es verde) y producirlo en mayor cantidad. Eso requiere una inversión de nueve billones de dólares (8,2 billones de euros), según el informe ‘Green hydrogen: Energizing the path to net zero’ (Hidrógeno verde: Energizando el camino hacia el cero neto), realizado este 2023 por Deloitte.
A pesar de ser el compuesto químico más abundante del universo, el hidrógeno aparece siempre mezclado con otros; por ello, para poder usarlo como fuente de energía, primero hay que sintetizarlo. El hidrógeno verde es aquel producido a partir de agua (por electrólisis, que lo separa del oxígeno) utilizando fuentes de energía renovables como la solar y la eólica.
Esto no siempre es así por lo que en función del proceso realizado para su obtención, los científicos han establecido varios tipos de este elemento identificados por colores. Así, el hidrógeno negro o marrón se produce mediante la gasificación del carbón, método que genera dióxido de carbono (CO2) en grandes cantidades; por su parte, el hidrógeno gris se produce a partir de metano o gas natural, lo que también genera gases contaminantes.
La importancia del hidrógeno limpio para la neutralidad de carbono
Los tipos de hidrógeno considerados ‘limpios” son el azul y el verde. Como señala el informe de Deloitte, “el hidrógeno verde, producido a partir de electricidad renovable mediante electrólisis, es la tecnología más prometedora y verdaderamente sostenible. El hidrógeno azul, producido a través del gas natural junto con la captura y el almacenamiento de carbono, también se puede etiquetar como limpio siempre que cumpla con los estrictos estándares de emisiones de metano y captura de carbono”.
Según la Agencia Internacional de Energía Renovable, actualmente sólo alrededor del 1% de la producción mundial de hidrógeno se produce con energía renovable.
Los gobiernos se han propuesto aumentar ese modesto porcentaje. En su Plan REPowerEU, la Unión Europea ambiciona que en 2030 la producción de hidrógeno renovable alcance los 10 millones de toneladas al año, lo que se corresponde con el 14% del consumo total de electricidad del continente. Según un documento de la Unión Europea de Geociencias, un uso eficiente de hidrógeno verde podría reducir las emisiones contaminantes en un 80% en el transcurso de cien años. Y para que dicho porcentaje aumente es preciso incrementar la inversión en su producción.
De acuerdo con el informe de Deloitte, para lograr la neutralidad climática en 2050 la producción de hidrógeno limpio debería llegar a los 170 millones de toneladas en 2030 y a 600 millones de toneladas en 2050. En esa fecha, las industrias pesadas y el transporte podrían demandar el 42% y el 36%, respectivamente, del hidrógeno limpio. A partir de 2040, añade el documento, el hidrógeno verde desplazaría gradualmente al azul. En consecuencia, para 2050 las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI) podrían reducirse hasta en 85 GtCO2eq (gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente), más del doble de lo que se emitió en 2021.
En palabras de Oliverio Álvarez, socio responsable del Sector de Energía y Recursos de Deloitte, el hidrógeno verde “resultará clave para descarbonizar algunos sectores difíciles de electrificar, como la movilidad pesada o las aplicaciones de alta temperatura para procesos industriales. También tendrá un papel creciente como materia prima para producir otros productos críticos para la transición energética, como los combustibles sostenibles para aviación (SAF, por sus siglas en inglés), el amoniaco o el metanol”.
Lograrlo implica una inversión acumulada de 8,2 billones de euros en toda la cadena de suministro global del hidrógeno. Como indica el informe, “la cifra puede parecer abrumadora” pero “si los gobiernos y las empresas pueden redirigir el gasto en petróleo y gas para limpiar el hidrógeno, parece un esfuerzo asumible”. Como explica Oliverio Álvarez, aproximadamente, un 50% de esa inversión va a estar relacionada con las plantas eólicas y fotovoltaicas que proporcionarán la electricidad renovable.
Un poco menos de un 30% estará asociado a los electrolizadores, y las infraestructuras de transporte rondarán un 12% del esfuerzo, entre otras partidas. Lógicamente, será preciso generar toda una industria que permita desarrollar estos equipos, también la construcción de las plantas e instalaciones de transporte tendrán un considerable impacto en términos económicos y de empleo.
Nuevas oportunidades de negocio y riqueza global
Es un esfuerzo con doble recompensa: un aire más limpio y un impacto positivo en la economía. En este sentido, el informe augura que los ingresos derivados de la producción de hidrógeno verde podrían alcanzar los 1.400 millones de dólares al año a partir de 2050. Esta industria podría generar un millón de puestos de trabajo al año, y duplicarse durante las siguientes décadas.
En mayo de 2023, Gonzalo Escribano e Ignacio Urbasos, investigadores sobre cambio climático del Real Instituto Elcano, coincidían en un trabajo titulado ‘La dimensión internacional de la visión española del hidrógeno’ en la capacidad del hidrógeno renovable de crear riqueza. “Es una oportunidad —apunta Gonzalo Escribano—, porque la producción de hidrógeno limpio puede atraer industria y, si se despliega de forma responsable, incluso exportarse”.
Su estudio pone como ejemplo España en cuanto a potencial de producción de hidrógeno limpio, lo que posibilitaría la diversificación y reduciría la dependencia de Argelia y Arabia Saudí. Según este experto, este hidrógeno renovable puede permitir la descarbonización industrias como los grandes hornos, las siderurgias, las metalurgias, las petroquímicas, fertilizantes, farmacéuticas, cemento, e incluso transporte marítimo y transporte pesado por carretera. “Si somos capaces de generar hidrógeno verde de forma barata y competitiva preservaremos también la supervivencia industrial de Europa”, añade.
En esa descentralización, los países en desarrollo serían los grandes beneficiados: “La producción y exportación de hidrógeno verde —señala Deloitte— ofrece una realineación del desarrollo sostenible global para las economías emergentes y en desarrollo de África, América Latina y el Pacífico, junto con países como Australia y los Estados Unidos y regiones como los Estados del Golfo. El comercio inclusivo puede estimular el desarrollo económico al apoyar la actividad local, mejorar la balanza comercial y facilitar la transición energética global”. Oliverio Álvarez lo ve como “una oportunidad para aquellos países que cuenten con abundante recurso renovable (solar o eólico), la estabilidad suficiente para atraer las inversiones necesarias y la situación geográfica que, por su proximidad a centros de demanda o corredores clave de transporte, les coloque en una buena posición para competir en precio”.